miércoles, 17 de diciembre de 2008

Intrigas

Alguna vez un hombre me preguntó: -¿Estás enamorada?-. Su expresión facial me llamó la atención: denotaba intriga, curiosidad y, de cierta forma, sarcasmo. El momento no era el preciso, tampoco el tono de su burlona voz. En fracciones de segundo (que parecieron una eternidad) pensé "¿Qué tiene que lo esté? ¿Por qué tanto interés?". Nerviosa y sin saber qué decir, salió de mi labio la voz titubeante y quebrada de una niña ingenua: -Estoy despechada- dije, pensando en no contestar un "sí" o un "no", pero, al mismo tiempo, caí en la idea de que dí más información de la solicitada.
Aquella persona sonrió satisfecha, aunque animado, preparaba una segunda pregunta, pero la presencia de un tercero le hizo titubear, parar el interrogatorio.
Su mirada parecía atravesar las imágenes de mi mente intentado ver el rostro del amor no alcanzado. Un enorme y frío silencio nubló la sala. Mi risa incómoda atrajo un escalofrío. Mis ojos buscaron veloces la mirada de aquel escucha, exigiéndole un tema nuevo, pero al toparlos con los suyos, una seriedad terrible me indicó amplia incomodidad y en la primera oportunidad huí.
Pensando las cosas con calma, la pregunta engañosa "¿Estoy enamorada?" me hace mucho ruido. Y regreso a las premisas ¿Por qué el interés en conocer mi estado emocional? y ¿Qué hay de especial que una mujer como yo esté enamorada? ¿Acaso no las mujeres amamos todas hasta el cansancio y más allá de la muerte?
He conocido damas que venden el alma a cambio de un varón. También a quienes con puños y dientes defienden a su amor de algunas otras interesadas. Asimismo, a quienes someten al hombre con dulzura, comida, sexo, hijos, chantaje o golpes. Algunas más que mezclan todas éstas... Todas funcionan, pero ninguna a mi.
La vida del humano está predispuesto a crecer... y caer en el amor. Pero existe la posibilidad de que no todos seamos agentes "amables" (llámese amar o ser amados) y eso de alguna manera me consuela, ya que se ha vuelto parte de mi cotidianidad que la indiferencia me persigue.
En fin. La duda es si "estar enamorada" corresponda a la serie de conductas enajenantes e imbéciles que en algunas ocasiones presenté frente al ser adorado: La entrega de mi escaso tiempo y ánimo para sonreir y la anuencia que otorgué para que rozara mi mejilla.
Debí haber estado loca. Loca de amor.



teotlnana

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