sábado, 29 de agosto de 2009

Supervivencia

Dos semanas sin consumir café. Increíble... y fue más fácil dejar la marihuana y el tabaco antes que el café. Será su delicioso sabor amargo... o las tres cucharadas copeteadas que empalagaban mis labios (mi madre le decía "mermelada de café" a mi taza), tal vez la ardiente temperatura quemar mi garganta... No lo sé, pero ya se me antojó de nuevo. Mientras tanto he subido varios kilos por evadir mi tentación: comer hasta el cansancio, dormir para olvidar. El sedentarismo llega a mi ser. No más insomnio, no más taquicardia, no más gastritis. Dos semanas eternas... cuando en dos horas eran incontables los minutos de abstinencia. ¿Equilibrado el chackra de la voluntad? No lo sé, es posible, por lo menos me ha funcionado. Mala suerte para mi blog, pues escribo cada mamada con tal de irme a dormir.
Dos semanas sin consumir café y contando...

martes, 25 de agosto de 2009

Ausente



Las distancias más largas me aterran cuando susurran al oído lo que he perdido, cuando a metros te miro gritándome en silencio que no hay más de ti.

Las distancias serán nulas si sigues viendo la luna y pensando en mi, en la espera y el motivo de esta larga amistad, que contra viento y marea sobrevive a pesar de los años y los celos, de las tristezas y los recuerdos. Donde quiera que estés piensa que, donde quiera que yo esté, pensaré en ti.

viernes, 21 de agosto de 2009

Sueño

Esa noche te vi entre sueños. Fue la primera vez y no sé si la última en que pude contemplar tus ojos. Me mirabas curioso y entregabas cariño entre tus poros, contemplé tu rostro y recordé aquel amor pasajero, como reviviendo viejas añoranzas, pero esta vez, con mi atención sólo centrada en ti. Te miraba amorosa y secaba tu desnudo cuerpo preguntándome si me amabas como yo. Tu seriedad y alegría simultánea me confundían tanto, pero deseaba congelar ese momento. Segundos que parecieron siglos esperé una respuesta y tus ojitos brillaron grandes como dos lunas. No lo ví venir... tus brazos rodearon mi cuello y una magia despertó dentro de mi. Los corazones resonaban como orquestas magistrales y mi vida la entregué sin dudarlo a tus pies. No hicieron falta palabras, me perdonas y ahora yo me perdono también. Tu fantasma tomará forma de luz y se irá al cosmos, esperando volver a mi, esperando volver a reunirnos y ser felices esta vez. Mientras tanto te regalo todo mi dolor, seguro tu sí sabrás que hacer con él. Ya no puedo seguir guardándolo más pues el rencor me autodestruye, no sé si sigo loca o más loca aún. También lo he perdonado a él, quien te ama y te recuerda con dolor. He abierto ese frasco intocable y liberado a dos fantasmas, uno que me ama y otro que me huye (del cual no debemos preocuparnos más). Te espero si es que tu decides regresar...
Te amo.

martes, 18 de agosto de 2009

Escuchar el silencio

Hoy grité silencio. Me pareció implorar respuesta bulliciosa del silencio aterrador. Mis oídos esperaron alertas el primer indicio de sonido pero ensordecía la ausencia de ruido... llegaba a fastidiar. Me pareció extraño hartarme pues siempre busco silencio para ahogarme en mis pensamientos, pero nunca lo encuentro realmente. Escucho gritos de pequeños grillos, el zumbido lejano de un viejo refrigerador, gotas de rocío sobre agua encharcada, el silbido nocturno de un enamorado, hojas de los árboles bailando danzones y lo más desgastante: mi voz interna reprochándole a mi alma, si, esa chillona voz que me tiene... ¿Cómo decirlo? ¡Hasta la madre!
Ahora estoy tan cerca de mi silencioso cuarto, a unas cuantos metros de él. Esperando ese silencio tardío. Escucho los tic-tac´s de dos escandolosos relojes... me hartan, seguramente en un rato me levantaré a quitar sus baterias, pero no sé a qué hora, ni siquiera veré lo que marcan sus manecillas.
Miro la ventana sin cortinas y espero ansiosamente los golpes alarmantes de algún fantasma. Escucho los taxis pasar insolentes, los onmipresentes grillos presumir el verano. ¡Shhhh...! ¡Trato de escuchar lo que dice el silencio!
Las teclas de la computadora orquestan una ejemplar pieza musical y los rechinidos de un incómodo sillón y el olor apestoso de unas cobijas que estuvieron guardadas por meses me acompañan en mi exploración auditiva. Es difícil escuchar el silencio cuando no quiere ser descubierto. Es difícil escuchar el silencio cuando no tiene nada qué decir. Es difícil escuchar el silencio cuando te niega la palabra... Quiero, me urge encontrarlo. Quiero, me urge morir y escuchar si en la finura de esa muerte encontraré el silencio. Quiero, me urge dormir... pero la noche no coagula... Escucharé hasta el cansancio el andar de esas manecillas que cuecen mis oídos y mi paciencia. No puedo dormir con ruídos, no puedo dormir con luz, no puedo dormir... no puedo morir.

La noche

Anoche desperté con la cabeza más hueca que de costumbre. Este maldito insomnio nocturno no sé si es mi castigo o mi cualidad... sólo sé que es en la obscuridad cuando los recuerdos y las añoranzas despejan mi alma y vuelan de mil colores sobre mis sábanas... esas sábanas abandonadas y sucias que estrangulan mi cuello mientras carcajean burlonas. A veces -cuando quiere- mi amada hermosa luna riñe con ellas invitándolas al arrepentimiento, pero el descaro se apodera de ese cuarto y me martiriza insolente. Aveces ya no puedo... A veces me gusta... A veces quedo inmóvil resignada esperando el día... esperando caer fatigada en un sueño supérfluo. A veces me rio abrazando la histeria y la poca conciencia que quede en mi mente... A veces disfruto cada partícula de dolor y de traición, de llanto y de locura... pero a veces no.
Anoche sólo quise escapar de mi... como todos a quienes quiero... o alguna vez creí querer. Anoche sólo quise que tú no escapes de mi...
Para ABC

sábado, 15 de agosto de 2009

Preguntas

Y la noche llegó mientras deambúlabamos por la calle. Yo me preocupaba por el frío que se arrojaba a nuestras mejillas y por la extraña gente que desconocí. Sujeté su mano y apreté por el temor, pero mi rostro disimulaba seguridad. Ella iba inquieta, mirando el suelo y volteando para todos lados, siempre con su mirada agachada, yo ahogada en mis pensamientos, los que se interrumpieron cuando dijo: -Nos sigue nuestra sombra ¿te fijas?- y rió discrétamente mientras saltaba y escuchaba mi discurso sobre las luces de los faroles. Guardé silencio y continué pensando en las cuadras que faltaban por caminar.
-¿Por qué nos sigue la luna, mami?-
-Pues... nos acompañará a nuestra casa y jugará toda la noche con nosotras- le contesté titubente mientras sus enormes ojos resplandecían alegres. Ambas miramos a la luna llena silenciosas. Pensaba en la relatividad del movimiento y en el punto de referencia tratando de crear fórmulas en mi cabeza, salí de mi intento fallido de hipótesis para centrarme en la expresión de mi niña, tratando de avidinar qué era lo que ella pensaba, pues seguramente sería algo fantástico divertido. Entonces una nueva idea brotó en mi: ¿desde cuándo abandoné la ingenuidad y la creatividad? Nisiquiera estoy consciente de eso.
El camino restante brincó y sonrió... ama a la luna más que yo misma. Ama el sol más que yo misma, me ama a mi más que yo misma.
Sin duda, es mi gran ejemplo.


Feliz cumpleaños, princesa.
Eres mi luz, mi sol, eres mi pretexto, mi motivo y mi excusa.
Eres la razón de que aún esté aquí, dispuesta a aprender y a vivir.
Eres más de lo que merezco. Eres mi diosa.
Eres lo único que tengo.