martes, 18 de agosto de 2009

Escuchar el silencio

Hoy grité silencio. Me pareció implorar respuesta bulliciosa del silencio aterrador. Mis oídos esperaron alertas el primer indicio de sonido pero ensordecía la ausencia de ruido... llegaba a fastidiar. Me pareció extraño hartarme pues siempre busco silencio para ahogarme en mis pensamientos, pero nunca lo encuentro realmente. Escucho gritos de pequeños grillos, el zumbido lejano de un viejo refrigerador, gotas de rocío sobre agua encharcada, el silbido nocturno de un enamorado, hojas de los árboles bailando danzones y lo más desgastante: mi voz interna reprochándole a mi alma, si, esa chillona voz que me tiene... ¿Cómo decirlo? ¡Hasta la madre!
Ahora estoy tan cerca de mi silencioso cuarto, a unas cuantos metros de él. Esperando ese silencio tardío. Escucho los tic-tac´s de dos escandolosos relojes... me hartan, seguramente en un rato me levantaré a quitar sus baterias, pero no sé a qué hora, ni siquiera veré lo que marcan sus manecillas.
Miro la ventana sin cortinas y espero ansiosamente los golpes alarmantes de algún fantasma. Escucho los taxis pasar insolentes, los onmipresentes grillos presumir el verano. ¡Shhhh...! ¡Trato de escuchar lo que dice el silencio!
Las teclas de la computadora orquestan una ejemplar pieza musical y los rechinidos de un incómodo sillón y el olor apestoso de unas cobijas que estuvieron guardadas por meses me acompañan en mi exploración auditiva. Es difícil escuchar el silencio cuando no quiere ser descubierto. Es difícil escuchar el silencio cuando no tiene nada qué decir. Es difícil escuchar el silencio cuando te niega la palabra... Quiero, me urge encontrarlo. Quiero, me urge morir y escuchar si en la finura de esa muerte encontraré el silencio. Quiero, me urge dormir... pero la noche no coagula... Escucharé hasta el cansancio el andar de esas manecillas que cuecen mis oídos y mi paciencia. No puedo dormir con ruídos, no puedo dormir con luz, no puedo dormir... no puedo morir.

No hay comentarios: